viernes, 9 de febrero de 2018

Carnaval y Cuaresma (1)

Sevilla o Betis, pueblo o ciudad, frío o calor, tradición o innovación...carne o pescado; dos caras de una misma moneda guardada recelosa en el cofre de nuestra cultura: la de la afición, el lugar y tiempo donde vívidos, costumbres y, por supuesto, la alimentación.

Carnaval de Sevilla. 1884. [3]
El qué, dónde, cómo y con quién comemos es algo que, más allá del requerimiento nutricional o la disponibilidad del mercado, depende de la forma de ser, ver y hacer en nuestro entorno, nuestra cultura. Aspectos como identidad, patrimonio, o religión forman parte de nuestra gastronomía al condicionar o cuanto menos influir en nuestros hábitos alimentarios.
Llegan tiempos de Carnaval y Cuaresma. Primero de fiesta de origen, como casi todo lo festivo, pagano, de culto a Baco y Bacanal, de desenfreno en el cante, en el vestir y en el comer. Conocemos bien las mariscadas gaditanas de erizos, mejillones y ostiones como acto de comensalismo carnavalesco, y costumbre adaptada a lo largo de nuestra provincia como cuplés y pasodobles de chirigotas y comparsas, no sin el correspondiente debate en torno a lo propio y lo ajeno.
De concursos y pasacalles hay quedan los de Alcalá de Guadaíra, Carmona, Dos Hermanas, Gines, Lora del Río, Mairena del Alcor y Utrera; la Estudiantina de Herrera, Casariche o Estepa [1]; de lo gastronómico, menos conocido, la Buñuelada y Chocolatada de El Coronil [2].
Acabará el Carnaval y llegará la Cuaresma. Del arco iris mulitocolor del confeti y la mascarada se pasará al morado del tiempo litúrgico; del pecado de la gula a la penitencia del ayuno, el abandono de la carne por el pescado, de la grasa al magro, de la fiesta al recogimiento y la misericordia, pero eso será otra historia.

[1] MALLADO, A. (2012). El Carnaval en la provincia de Sevilla.
[2] Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía. Elaboración de los Buñuelos de carnaval (El Coronil)
[3] Museo del Estudiante. Carnaval en Sevilla. 1884.

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